30 junio 2006

Las horas...

Faltan tan solo horas para que, como muchos anuncian, una final anticipada tenga lugar en el espacio-tiempo. Un partido, tan solo un partido más, pero vale por miles, cuesta... aún más la derrota.
Empiezo a imaginar el paisaje de una veraniega Alemania y una extremadamente calurosa Berlín, aunque ésta vez no tenga nada que ver la inclemencia del clima de estación. Ya veo a los hinchas peregrinando hacia el templo de los milagros, el estadio de fútbol. Y que quede claro que cuando digo "hinchas" habló de los verdaderos, de los que llevan la pasión del fútbol en las venas mismas, los que se estremecen al cantar el himno y el brillo de los ojos les refleja cada sentimiento y se los resume en un todo.
Ahora entran los jugadores, gladiadores, poetas del buen fútbol ó cómo quieran llamarlos. Entran y el santuario estalla en colores y voces, alientos y rezos, alegrías y juramentos. Se alinean aunque no es la verdadera formación que hace minutos colgaba de un pizarrón en el vestuario, ésta es más importante, es la formación para escuchar la música del lugar que los vió nacer, el mismo que presenció sus primeras gambetas, el que supo que iban a ser gigantes cuando para los demás sólo eran niños, el que acompañó siempre, en las buenas, y en las malas aún más, el que soportó sus caidas y los ayudó a levantarse, el que ahora los ve con la frente en alto pisando el verde césped. Es Argentina ese lugar y son millones iguales a ellos los que con escucharlos entonar el "grito sagrado", llevándose su mano al pecho, mano que sirve de sostén a un corazón que amenaza con estallar de emoción; se nos eriza la piel y escapa el alma. Se escapa y viaja lejos sin detenerse, sin dudarlo, viaja al viejo continente en forma de susurro, que como viento de otoño comienza cálido y luego, al descuidarnos, nos congela el cuerpo y nos hace titirar, a veces de frío, ésta vez de orgullo.
Horas nada más, para que el susurro se haga voz, para que los niños se conviertan en gigantes, los rezos en plegarias y los corazones en todo y nada...

All'alba vincerò! ...

No hay comentarios.: